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Inflación e implicancias para política monetaria y mercados financieros.

Las presiones inflacionarias a escala global han continuado intensificándose, como resultado de la combinación de un fuerte repunte en la demanda y una serie de shocks de oferta, entre ellos el agravamiento de las disrupciones en los canales de distribución, la crisis energética y la escasez de mano de obra. Frente a ello, planteamos tres escenarios con distintas implicancias para la política monetaria y mercados financieros.

  • Escenario Reserva Federal (FED):

Si bien varios miembros de la FED han manifestado recientemente una mayor preocupación por la situación inflacionaria, poniendo algunos incluso en duda el carácter transitorio del aumento de la inflación, la FED mantiene inalterado su diagnóstico respecto a que la reciente alza de los precios responde a un fenómeno temporal. Frente a este escenario, la FED iniciaría el proceso de reducción en su programa de compra de activos a fines de este año, finalizando dicho proceso hacia mediados de 2022. Ello coincidiría con las estimaciones del organismo que sugieren una desaceleración de la inflación a partir del 2022. Si ello se materializa, prevemos una lenta trayectoria de alzas en la tasa de política monetaria, en línea con el denominado gráfico de puntos (dotplot) publicado en la reunión de la FED de septiembre. Ello implicaría alzas moderadas en las tasas de interés y avances adicionales en los principales mercados accionarios, considerando la prolongación del apoyo monetario y perspectivas de crecimiento favorables. Adicionalmente, este escenario es propicio para inversiones que protegen contra la inflación (oro, commodities, REITs, activos inmobiliarios, renta fija indexada a la inflación).

  • Escenario de inflación alta: 

El agravamiento de los factores que están provocando las mayores presiones inflacionarias, así como la revisión alcista en las expectativas de inflación de mediano y largo plazo, tienen el potencial de gatillar alzas en las medidas subyacentes con efectos más duraderos. A partir de ello, a nuestro juicio, se desprenden dos escenarios:

  • Inflación alta y estable: Este escenario considera que la inflación se mantiene elevada por un período de tiempo prolongado, pero estable en torno al 4,0% – 5,0%. Frente a ello, pensamos que la FED será tolerante y ajustará su política monetaria también de forma gradual, iniciado a fines de este año el proceso de reducción de su política de QE y probablemente iniciando un ciclo lento de alzas de la TPM hacia fines de 2022. La complacencia de la FED respondería a evitar una posible crisis financiera, considerando el impacto sobre los mercados financieros (explosión de burbujas) y los altos niveles de endeudamiento (fiscal y corporativo). El ajuste gradual de la política monetaria sería favorable para los principales mercados accionarios y, al igual que el caso anterior, propicio para la inversión en activos que protegen contra la inflación.
  • Espiral Inflacionaria: El principal factor de riesgo que enfrenta la economía en materia de precios es que la inflación se incremente de forma sostenida y que ingrese a una espiral inflacionaria. De materializarse este escenario, la FED reaccionaría con mayor fuerza, adelantando y acentuando la trayectoria de alzas en la tasa de política monetaria. El ajuste monetario resultante redundaría en violentas alzas en las tasas de interés y caídas generalizadas en los mercados de activos de mayor riesgo. Adicionalmente, resentiría el proceso de recuperación de la economía, arrastrando a la actividad a un nuevo ciclo contractivo. Este escenario golpearía incluso a los activos que protegen en contra de la inflación, especialmente a aquellos más sensibles a las tasas de interés como es el caso de los activos inmobiliarios.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó levemente a la baja su proyección de crecimiento mundial para el presente año.

El FMI estimó un crecimiento de la economía mundial para este año de 5,9%, una décima menos que su estimación anterior, mientras dejó inalterada su proyección para el próximo año en un 4,9%. El organismo advirtió que las amenazas al crecimiento se intensificaron, destacando entre ellas a la propagación de la variante delta, el deterioro en las cadenas de suministro global, la aceleración de la inflación y el aumento de los costos de alimentos y energía. Adicionalmente, el FMI señaló que la cifra global oculta grandes revisiones para varios países, especialmente en las naciones de bajos ingresos donde el acceso a las vacunas sigue siendo muy limitado. Entre las principales economías, el FMI recortó en un punto porcentual su estimación de crecimiento para EE.UU., dejándola en un 6,0%, aunque revisó al alza la del 2022, desde un 4,9% a un 5,2%. En tanto, para China el organismo prevé un crecimiento de 8,0% para el 2021 y de 5,6% para el 2022, en ambos casos una décima menos que su estimación anterior. 

Gráfico N° 2: Crecimiento Mundial – FMI

En materia de precios, el FMI mantiene una visión relativamente optimista, estimando que la inflación en las economías avanzadas continuará acelerándose en la última parte del año y que disminuirá posteriormente hasta llegar a un 2,0% a mediados de 2022. En tanto, para el mundo emergente y para las economías en desarrollo, estimó que la inflación se modere de forma más lenta, pasando de un 5,5% este año a un 4,9% el próximo. En todo caso, el FMI advirtió que los riesgos de inflación son alcistas y los del crecimiento bajista.

La crisis del gas impacta al precio del petróleo.

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA), el desabastecimiento de gas en Europa y Asia está impactando al mercado del petróleo, agravando así el déficit en el mercado de crudo. Ello, dando cuenta del hecho que los precios récord del gas están estimulando el consumo de otros combustibles, particularmente para la generación de energía. Lo anterior, de acuerdo con la IEA supondría un alza en la demanda de petróleo del orden de 500.000 barriles por día en promedio durante los próximos seis meses. La IEA indicó que las cifras recientes ya indican que hay una demanda inusualmente alta de fuel oil, destilados crudos y medios para plantas de energía en varios países. Este fenómeno impulsó con fuerza al precio del petróleo, el cual alcanzó su nivel más alto en tres años, agravando los shocks de oferta que enfrenta la economía mundial. La tendencia alcista se acentuó luego de reportes que mostraron una fuerte caída de los inventarios de crudo en EE.UU.