El frágil respiro en Argentina gracias al apoyo de EE.UU.

Argentina atraviesa una nueva fase de inestabilidad tras la dura derrota del oficialismo en las elecciones provinciales de Buenos Aires, lo que llevó al peso a un mínimo histórico y provocó una masiva liquidación de bonos y acciones. En respuesta, el Banco Central (BCRA) utilizó más de US$1.000 millones de reservas en pocos días para contener la presión cambiaria, mientras que EE.UU. prometió respaldo mediante líneas de swap y eventuales compras de deuda. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, aseguró que ofrecería “todas las opciones de estabilización”, incluyendo posibles intervenciones de gran magnitud. El anuncio generó un alivio inmediato: los bonos en dólares repuntaron con fuerza, el índice Merval subió 8% y el peso registró su mayor avance desde mayo. No obstante, pese a este rally, los activos argentinos permanecen por debajo de los niveles previos a las elecciones de septiembre, reflejando dudas sobre la sostenibilidad del apoyo externo.

Más allá del shock de confianza, los desequilibrios estructurales se mantienen. El plan económico de Milei combina una política de déficit cero con un ancla cambiaria para contener la inflación, lo que resta competitividad al sector transable (según estimaciones de analistas, el peso se encuentra entre un 20% y 30% sobrevaluado) y limita la acumulación de divisas. Este punto es crítico, considerando que el gobierno enfrenta vencimientos externos por US$44.000 millones hasta 2027 con reservas netas de apenas US$6.000 millones. De cara al futuro, el desafío de Milei será ampliar sus apoyos políticos y evitar que el ajuste derive en una devaluación desordenada y en un nuevo colapso de expectativas, desenlace que dependerá en gran medida del resultado de las elecciones de medio término de octubre.